El terremoto de Lisboa fue uno de los sucesos más importantes de la historia de Europa, de tal forma que cambió el mundo.
Un buen número de personas tiene la idea, probablemente teológica en esencia, de que la naturaleza sólo entraña perfección no engendra nunca errores o inutilidades, cuando en realidad sólo es implacable en su funcionamiento de una forma anormal, despersonalizada y, de este modo, inconsciente, tanto para lo que nosotros, pobres seres humanos, consideramos bueno como para lo que nos antoja negativo.