“La sopa del Santo”, “el arroz del Santo”, “los calderos del Santo”, que con todos esos nombres se le conoce, es una parte esencial de las Fiestas Patronales de Viver en honor de San Francisco de Paula.
Durante muchos años, este guiso ha acompañado a viverenses y visitantes en sus fiestas patronales y en épocas más lejanas ha saciado el hambre de necesitados y menesterosos, siendo ofrecido por los frailes Mínimos a cualquier persona falta de recursos, que llamara a la puerta del Convento y tuviera necesidad de alimentarse.
Este sencillo guiso, cuyos ingredientes principales son arroz, alubias, ajos y bacalao, tiene un origen noble, o al menos, las coincidencias históricas de su existencia, se remontan al Señor de Viver, Fernando de Aragón, Duque de Calabria y Virrey de Valencia quien trasladó al pueblo, las enseñanzas y doctrinas de otro calabrés ilustre, Francisco de Paula, patrón de la población.
Ambos personajes, el Duque de Calabria, desde su atalaya de gentilhombre y personaje ilustre de la nobleza de España y Francisco de Paula, ermitaño calabrés y fundador de la Orden de los Mínimos, han hecho posible que durante cerca de cinco siglos, el guiso que hoy conocemos como “Sopa del Santo”, con pocas variaciones en su receta, haya acompañado a los viverenses, una veces por necesidad y otras como parte de las fiestas y celebraciones patronales en el transcurrir de su historia.
Durante los años que recordamos, el reparto del Arroz del Santo, ha sido un acontecimiento anual, esperado por los vecinos del pueblo con expectación, así como por familiares y amigos, siendo una excusa para reunirse familias, amigos y vecinos, volver de nuevo al pueblo a degustar este sencillo alimento, constituyendo una de las señas de identidad de la población. En estos momentos, en los que se habla de despoblación de las zonas rurales, la España vaciada, etc. etc. no nos cabe ninguna duda, que este guiso tradicional ha contribuido de manera notable a mantener vínculos personales y familiares y a fortalecer el enraizamiento de la población en su lugar de origen.
A lo largo del presente trabajo, vamos a repasar los acontecimientos que han hecho coincidir a Fernando de Aragón, Duque de Calabria y a San Francisco de Paula, fundador de la Orden de los Mínimos. Intentaremos justificar la receta de nuestro guiso y su permanencia e invariabilidad a lo largo de los siglos, llegando a nuestros días casi igual que hace 500 años. Buscaremos situar en la Historia de forma cronológica a nuestros personajes, resaltando los hechos que expliquen las anteriores afirmaciones.
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